viernes, 1 de julio de 2011

COLOMBIA Y SUS CULTURAS

La cultura de Colombia tiene su origen en el mestizaje cultural de los pueblos nativos con la influencia colonizadora española y europea posteriormente de la influencia de la cultura suramericana....
Como consecuencia del aislamiento geográfico y la dificultad de acceso entre las diferentes regiones del país, se desarrollaron con el paso del tiempo subregiones muy distintivas y variadas culturalmente. Debido a la gran diversidad es difícil agrupar las diferentes subculturas del país, pero pueden considerarse a grandes rasgos las más representativas, entre las que se encuentran:

* Costeños, ubicados en la Costa Caribe Colombiana y las sabanas del norte del país.
* Paisas, de Antioquia y el Eje Cafetero.
* Llaneros, pertenecientes a los llanos de la Orinoquía y que comparten frontera con Venezuela.
* Santandereanos, pertenecientes a la región Andina Santander y Norte de Santander.
* Vallunos y Caucanos, pertenecientes a la Costa Pacífica y parte de la andina, con presencia indígena, blanca y afrodescendiente.
* Tolimenses, pertenecientes al Tolima.
* Serranos, pertenecientes al departamento de Nariño fronterizo con Ecuador.
* Amazónicos, pertenecientes a las selvas del suroeste del país.
* Cundiboyacenses, ubicados al interior del país en el Altiplano Cundiboyacense.

El dialecto varía considerablemente en cada una de las regiones mencionadas, así como también la comida y sus costumbres. Lo que se llama cultura colombiana es una serie de manifestaciones que forman parte del estilo común de vida que caracteriza a los habitantes del país y donde se evidencia claramente la influencia de los elementos indígena, europeo y africano, tras un largo proceso de mestizaje que da origen al hombre colombiano de hoy, que tiene como sello de su identidad la diversidad.

Ya desde la época precolombina se encuentran las primeras manifestaciones de la cultura colombiana, de la cual se conservan restos de las culturas Muisca (cerámica, vasos, estatuillas), Quimbaya (orfebrería), creadora de un auténtico tesoro de carácter funerario que se conserva en el Museo del Oro de Bogotá, y Tairona con sus grandes poblados, terrazas de cultivo, escalinatas, etc., localizados en la Sierra Nevada de Santa Marta (Romero M., María E., Castro A., Luz M., Amparo M.1993).


La arquitectura moderna, influida por Le Corbusier, dio figuras notables que con su trabajo han dado la configuración a las ciudades colombianas con sus avenidas, puentes, edificios, teatros, y de época reciente coliseos, centros comerciales y conjuntos residenciales. La escultura alcanzó cierta notoriedad en el último tercio del siglo XVII, con García de Ascucha, autor de los relieves del presbiterio de la iglesia de San Francisco, en Bogotá. Ya en el siglo XX, cabe destacar a Edgar Negret, Eduardo Ramírez Villamizar, Fernando Botero, entre otros, que con sus obras muestran al mundo la idiosincrasia de un pueblo que se ha ido adaptando a los patrones culturales.

Sobre el espacio geográfico en cuestión viven 44 millones de colombianos de raza triétnica resultado del complejo proceso de mestizaje iniciado en los tiempos de la colonia, donde la raza blanca europea, la negra africana y la indígena nativa al mezclarse en diferentes momentos y condiciones dieron origen a los grupos humanos que caracterizan a la población colombiana.

La población colombiana ha crecido con enorme rapidez: 8.700.000 habitantes en 1938, 18.000.000 en 1965 y casi 28.000.000 en 1985. Este aumento no se ha debido al aporte inmigratorio, sino al crecimiento natural, que llegó a ser del 3,7% anual y se mantiene en cifras próximas al 2%, tasa que responde a un índice de natalidad elevado (30%) y a una mortalidad bastante baja (7%). La distribución de los habitantes es muy irregular, con grandes diferencias en la densidad. Las gentes que viven en la zona urbana representan el 66% del total; el 30% vive en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla. Se estima que un 11% de la población colombiana es analfabeta.

En la costa pacifica predomina la población de raza negra, en la Atlántica la población negra se mezcla con la indígena y blanca para constituir el tipo costeño, en la zona andina la población mestiza es predominante, en la región central y sur predomina la blanca, en los llanos la población es mestiza y en la selva del amazonas predominan diferentes grupos indígenas primitivos. Por lo tanto, los tipos humanos presentes en Colombia son el resultado de la conjunción de variadas razas con tendencia a estabilizarse en determinadas regiones dando lugar a un tipo humano con rasgos muy propios en cada región en cuanto a su modo de pensar, sentir y actuar y que se materializa en el habla, vestuario y costumbres que los caracterizan y diferencian de los demás (Romero, M, y cols, 1993).

Más en detalle, se puede hablar de los siguientes grupos humanos habitantes en Colombia:


El cundi-boyacense se localiza en Cundinamarca y Boyacá, siendo el prototipo del mesti que habita en las ciudades y campos, suele ser cortes, formal y bastante reservado, aún cuando en ocasiones se torna locuaz y conversador. El hombre campesino es muy trabajador, tímido y desconfiado, actitudes que se fueron consolidando en la mezcla del español con el indígena y más tarde con el afianzamiento de la vida campesina durante los siglos XIX y XX en la región del altiplano que le da su nombre. Con temperamento pacífico en la zona rural y pequeños municipios es muy apegado a las tradiciones religiosas católica, a sus convicciones políticas de corte conservador y a sus costumbres. Es respetuoso de las opiniones de los demás, combina su trabajo agrícola, pecuario y minero en los campos, con el comercio y los oficios en las ciudades. Gusta de la diversión y el consumo de cerveza, cultiva la música andina de cuerda (carranguera y guasca), sus danzas folclóricas y viste la ruana el atuendo típico de los climas fríos, sus platos típicos son el mute santafereño, la mazamorra chiquita y los tamales.

El paisa habita el departamento de Antioquia y el llamado eje cafetero, se caracteriza por ser un hombre de empresa, magnífico comerciante y con espíritu de aventura, estimulado en el pasado por el ímpetu de la colonización antioqueña de finales del siglo XIX, la extensión del cultivo del café a comienzo del siglo XX y en los últimos tiempos por el auge de la economía del narcotráfico, que asocia la figura del paisa con la del sicario, el traficante o los grandes barones de las drogas, nuevo prototipo que se opone al tradicional arriero antioqueño. Es muy amante del hogar y la vida en familia, con gran capacidad de conversar, amante de sus tradiciones y orgulloso de su ancestro, en los campos viste la indumentaria propia de los arrieros que muestran con orgullo cada año en el tradicional “Desfile de Silleteros” cuando los campesinos bajan del Alto de Santa Helena para mostrar al mundo la belleza de su región y las costumbres expresadas en las silletas con flores cargadas por hombres y mujeres ejemplo del orgullo paisa. En la zona urbana es el hombre aguerrido, emprendedor y hábil negociante que gusta de las trovas, el aguardiente, las habladurías en interminables tertulias acompañadas de una rica bandeja paisa (frijoles, arroz, carne molida, huevo frito, chicharrón, tajadas de maduro, aguacate, etc.) convertida en plato nacional de los colombianos.

El costeño tiene un temperamento eufórico, es gran conversador y un poco despreocupado, amante la música, el baile y el trago, que dieron origen a las famosas y proverbiales parradas, de las cuales da cuenta Gabriel García Márquez en sus obras, Rafael Escalona en sus composiciones y el ex-presidente Alfonso López, creador del festival de la leyenda vallenata. Es amante de cierta liberalidad en las ideas y costumbres. Viste con llamativos colores como si siempre estuviera en pleno carnaval de Barranquilla, gusta de la comida de mar, el arroz con coco, el sancocho trifásico (con carne de res, pollo y bagre), la fritanga, el friche (carne de chivo) y los dulces.

Los de la Costa Pacífica son un poco más reservados, taciturnos y muy laboriosos, conservan los rasgos de la raza negra y son el grupo más significativo de los llamados afro descendientes, se caracterizan por su gran fortaleza física, que les permite destacarse en las labores agrícolas, mineras, en el trabajo en los puertos y muchos de ellos han llegado a ser grandes glorias del deporte colombiano y de la música tropical. El borojó y el chontaduro, junto con el plátano y la comida de mar, son su aporte gastronómico significativo (Rivas, J. 2005).

El santandereano habita en la región oriental y tiene más sangre blanca que indígena, es franco altivo y hasta rebelde, es orgulloso de su pasado comunero emancipador y su verraquera a la hora de tener que trabajar o luchar por su tierra, sus ideas o sus aspiraciones. Es laborioso, autónomo y gran comerciante. Gusta del baile, las fiestas y tiene gran sentido cooperativo, su lenguaje es fuerte. En la zona de Cúcuta se aprecia un tipo de hombre bullicioso, pendenciero y despreocupado, con la seguridad que le da vivir en una zona de frontera donde Venezuela se ofrece como una gran oportunidad de negocios y vida cómoda. El mute santandereano, los tamales, el cabrito y la trucha al ajillo son algunos platos de la comida regional de los reconocidos bocadillos veleños.

El tolimense huilense es de costumbres sencillas con profundo sentimiento de hospitalidad y honestidad, ama la vida del campo y es entusiasta trabajador, respetuoso apegado a la tierra y a sus creencias expresadas en mitos, leyendas y rajaleñas, gusta de la música, el trago y el baile del Sanjuanero. La lechona tolimense y el vuido de pescado son los platos típicos de una región que ha hecho de la música folclórica y el bambuco los aires típicos de la música colombiana.

El nariñense o pastuso muestra sus profundas raíces indígenas, de temperamento altivo, valeroso y hospitalario, de gran religiosidad y apego por sus creencias, se han ganado la fama de ingenuos. Trabajan la agricultura y las artesanías con gran virtuosismo. Crían curies los cuales consumen y ofrecen a sus visitantes.

El llanero es un mestizo luchador nato, capaz de derribar a un toro, domar un potro o realizar cualquier faena campestre con prontitud y eficacia, orgulloso de su estirpe libre tiene un temperamento altivo y valeroso, es franco y muy hospitalario. Amigo de la tradición, conoce dichos, mitos, leyendas y rezos de gran eficacia en su cotidiano vivir. La ternera a la llanera y el baile del joropo acompañado con el arpa es la nota folclórica más destacada de los hombres del llano que se hermanan con los habitantes del llano venezolano.

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